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El lugar hacia el que me dirijo: (Extracción)

Relato sobre la guerra civil española.

otravidaesposibleNunca imaginé que moriría así. Siempre había pensado que sería de otro modo. Quizá, cayendo abatido por un balazo enemigo mientras cruzase el campo de batalla con el cuerpo de un compañero herido a cuestas, para salvar su vida, y por tan valiente hazaña ser recordado como un héroe. O quizá, muriendo apasionadamente para proteger la vida de la mujer a la que amo. O gritando ¡Libertad! mientras avanzase contra las tropas rivales. Cualquiera de éstas hubiera sido una buena muerte. Pero no la que me ha reservado el destino. No ésta.

Aunque rozo los treinta años, ya he visto demasiadas cosas que estremecerían hasta el corazón del hombre más valiente. He visto a amigos desangrarse en mis brazos, a enemigos volar en pedazos por el impacto de un cañón, a mujeres y a niños desarmados hacer frente al invasor que se abalanzaba violentamente sobre ellos. Y he visto a mi mejor amigo de toda la vida enfrentarse a mí y traicionarme por culpa de los ideales políticos que tanto se respiran en estos tiempos...

Éramos amigos de sangre desde que a los seis años de edad nos juramos eterna amistad: "Siempre seremos amigos", nos dijimos entonces, "Nunca nos enfrentarán". Pero el corazón de los hombres se corrompe con facilidad, especialmente en tiempos turbulentos como los de ahora, y nuestra amistad se dividió cuando a cada uno le tocó un bando distinto en esta guerra civil española. Han intentado matarme en muchas ocasiones y yo mismo he acabado con la vida de muchos enemigos. Si quedaba algo de bondad en mí, alguna humanidad, la he perdido en esta guerra.

Ya queda poco para el alba; mi final se aproxima.

Cuando era sólo un crío y tenía miedo en la oscuridad, pensaba en mi madre. Ella, de la que me quedaron tiernos recuerdos que aun hoy me consuelan y me provocan nostalgia, me aseguraba que no había fantasmas ni hombres malos escondidos allí, que sólo eran sombras, y que el miedo era nada más que un oscuro sueño del que uno siempre se despierta... me enseñó entonces una palabra mágica, una que sólo ella conocía y que se convirtió en un secreto íntimo entre los dos, prometiéndome que si cerraba los ojos y la repetía en el pensamiento el miedo a la oscuridad desaparecería. Aquella palabra mágica era MUT. Aunque suene a broma, yo me lo creí, y hasta me funcionó. Pienso mucho en aquello, porque supongo que ahora, en mis últimos momentos de vida... tengo miedo.

Lo cierto es que estoy más asustado que nunca porque sé que éste es un sueño del que no voy a despertar. Cada segundo que pasa me arrastra hacia la muerte.

Ahora serán las cinco de la madrugada. Seguimos retenidos en el interior de esta improvisada prisión. Las paredes de la plaza de toros de Badajoz nos atrapan sin posibilidad de escapar. La noche es templada y las estrellas del firmamento...

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